Antonio Roda

      Tengo muy buenos recuerdos de Antonio y de su familia. Me considero cercano a María Amparo y a Lorena, desde hace muchos años. Casi más que Héctor y Roberto. Sin embargo, me da la sensación que no me ha dado tiempo de digerir la muerte de un hombre bueno, tan de repente, ni siquiera que era hermano de Leo y de Consuelo. Aún me cuestan los parentescos, y mucho más algunas caras, como las chicas de la foto: Soraya y Nerea. Demasiadas caras, algunas viviendo fuera como Raúl y Sonia, y también Benjamín y Esmeralda. Todos despidiendo a una persona entrañable y sin saber qué decir.

    Hace poco publiqué un pequeño vídeo en el canal Youtube, sobre posibles palabras para decir en un tanatorio. Siempre supuse que era algo fácil para mí, aunque sólo fuese por lo habitual en mi vida, pero el pasado jueves, en Madrid no lograba saber cómo hablarles y me hablaron ellos. El papá de Sonia, también Consuelo, Tere. ¡Qué pena! De escuchar se aprende mucho. Quisiera, hoy, con vuestro padre de cuerpo presente, queridos Héctor y Roberto, deciros tres palabras sobre vuestro padre para que no se os olviden nunca.

      Las he sacado de reflexionar sobre tres cosas que se dijeron ayer en el Tanatorio de Coslada. La primera es que papá entró en la operación repitiendo: Yo tengo Fe, yo tengo Fe. Cualquiera que no lo conociese podría pensar que lo decía porque estaba asustado, o que sólo se refería a su operación. Pero Antonio decía eso a menudo. Escuchando esas palabras lo conocí. Haced como vuestro padre: «No tengáis miedo a decir en todas partes que sois hombres de Fe». En el pueblo todo el mundo lo sabe. Antonio nunca se avergonzó de decir que él tenía Fe, nunca le dio vergüenza ni decirlo, ni ir a Misa, ni comulgar, en un pueblo en el que, sobre todo, los varones (por lo general), tienen vergüenza de las tres cosas. El Evangelio dice en boca de Cristo: Si alguien me confesare delante de los hombres, también yo lo confesaré delante de mi Padre Celestial. Eso le pedimos a Jesús, hoy. Por él y por nosotros. Que se acuerde de nosotros el último día, el único importante.

      También escuché un frase muy típica que se perdió en el eco de la sala: Esta vida es injusta. Totalmente cierto, porque, por ejemplo, no vivimos todos los mismos años, pero también cierto si no se tiene en cuenta la otra vida. La justicia del mundo no termina aquí. Por eso habrá juicio final. Por eso, como decía Benedicto XVI en su Encíclica Spe Salvi, el juicio es un lugar  de esperanza, o no es cierto que sentimos la necesidad de comunicarnos con nuestros seres queridos, que han faltado. O para contarles con sencillez, o para disculparnos de algún error, o simplemente para decirles GRACIAS. Hoy, en esta Santa Misa, hablamos con nuestro padre, hermano, esposo, y le pedimos a Cristo que interceda por Él para que esta noche, esté ya en el Paraíso.

     Por último, algo muy hermoso. Sabéis que se casa Raúl. Estamos de preparativos, de vestidos, de zapatos, de prisas. Hace poco, cuando su mujer se puso el vestido que, según dicen le queda estupendo, la chica de la tienda la dijo a Antonio: Con este vestido te enamoras otra vez. A lo que contestó tajante, antes de dejarla terminar: No necesito el vestido para enamorarme, desde el primer día he estado igual de enamorado de ella. ¡Qué hermosura poder decirlo! Cuánto sabéis que es así. Que siempre podamos decir esas palabras de nuestra gente. De vuestros hijos, hermanos, amigos, que no necesitemos de nada para quererlos, para sacrificarnos por ellos, vuestra novias, vuestra familia. Nunca tiréis la toalla en el amor, y si no puede ser, como decía él, al menos, recemos hoy para que demos un paso más con todos aquellos que deben estar cerca de nuestro corazón.

    Hasta el Cielo, Antonio.

     Querida familia, gracias por facilitar la hora del entierro, gracias por vuestro apoyo y palabras de siempre, y gracias Consuelo por tu comentario en Facebook. Espero estar siempre cerca cuando me necesitéis. Un abrazo a cada uno. DESCANSE EN PAZ, Antonio Roda.