Hace algunos años, escribo artículos para otros portales, normalmente católicos. Éste que adjunto fue retirado por la «censura» de uno de ellos, diciendo que «son verdades como puños, pero que no encajan en este momento». Les he contestado que seguiremos con el «buenismo» de aplaudir en los balcones y decir que todo va bien, sin darnos cuenta de que no decir la verdad, u ocultarla, no sirve para nada. Y alguna mañana, al amanecer, cuando España se despierte comunista, miraremos atrás, y diremos: ¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo ha podido ser, si todo iba bien?
Te invito a leerlo y a que me digas qué frase no es cierta, o qué se puede entender como «no oportuno» de lo que aquí escribo. Sigo sin entender estas actitudes de mirar para otro lado y no hablar claro. Es superior a mis fuerzas. Espero tu respuesta.
No sé cómo te llamas, no sé cuantos amigos o familiares tienes enfermos, confinados o, incluso, no sé si has tenido la falta de un ser querido en este mes o año pasados. Lo que sí que sé seguro es que todas las personas que viven a tu alrededor llevan doce meses ya escuchando mentiras, amoldándose a medidas absurdas que, además, y eso es lo peor, creen que resuelven algo de la situación que vivimos.
Por otra parte, quizás estás pasando necesidad y no sabes a quién acudir, o tus padres han tenido que cerrar su negocio DE TODA LA VIDA. Lo que sí te digo, estés en la situación que sea, que mantener la calma puede ayudarte.
Al leer noticias, relatos, quejas, manifestaciones, o incluso, si has tenido la oportunidad de asistir a algún mitin político, de esos donde nadie se contagia, habrás echado en falta que se nombre alguna palabra relacionada con Dios. La mayoría de los discursos son vacíos. La razón es la que decía San Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna. Estoy firmemente convencido de que la única manera de que esta situación se resuelva no será a través de confinamientos, de leyes, ni de cualquier historia similar, sino por la misericordia de Dios. Por eso, en primer lugar, te escribo para que levantes tu corazón al Señor: lo único necesario.
En segundo lugar, te explico que hay personas que están más afectadas emocionalmente que por el virus, el posible virus, la vacuna o la posible o imposible vacuna. Hemos olvidado la necesidad de ayudarnos unos a otros, la vulnerabilidad de las personas mayores, la preferencia de tantos abuelos de nuestra España querida de estar con sus nietos, antes que seguir viviendo. En pocas palabras, los estamos matando en vida con el aislamiento absoluto. Mantén la calma, pregúntate cuánto hace que no hablas con tus padres, tíos o abuelos, coge el teléfono y llama. Las personas somos sociables por naturaleza y con la psicosis y el miedo, nos están robando lo mejor que tenemos y, cuando nos demos cuenta, será demasiado tarde y nos daremos cuenta de que sí había virus, pero con esa excusa nos quitaron el amor verdadero y la libertad.
Y, en tercer lugar te cuento algo. El otro día me llamaron y me dijeron: “Se ha muerto D. tal de tal, y el entierro es en su pueblo y a las 14:00. Tiene que ser a esa hora porque las funerarias están colapsadas”. Está claro que fui al cementerio puntual, pero, ¿seguro que somos profesionales?, ¿no nos estamos aprovechando unos y otros de la circunstancia para sacar partido? Ya sé que es doloroso perder un ser querido, pero no nos deshumanicemos, porque si, además de que nos olvidamos de que Dios existe, dejamos de actuar como personas, ya sólo nos faltará que monitoricen nuestros teléfonos móviles para ir dándonos órdenes, que ya no debe quedar mucho.
No somos máquinas. “Escuche, si usted está trabajando y no tiene personal suficiente, yo tampoco. Contrate o alquile otro coche fúnebre, que van a cobrar el servicio entero, e incluso con un plus, y dejen de explotar a las familias y de sacar partido a los muertos”. Mantengamos la calma también en el trabajo, que hay colectivos mucho peor pagados, con mucho más riesgo, y que siguen sonriendo. Intentemos sacar lo mejor de nosotros. Vivamos la caridad con ilusión y veamos la mejor manera de ayudar a cada persona, en cada momento. Y lo primero que hace falta para ayudar a los demás es, calma. Una vez calmados, poniéndonos en la piel del otro, podremos saber qué le ha pasado y cómo ayudarle. Sin embargo, con prisas, angustia, estrés, exigencia y egoísmo, no podremos ayudarnos ni a nosotros mismos.
Allá donde estés, cuenta con mi oración, mantén la calma, levanta tu corazón a Dios, y sigue adelante. Un fuerte abrazo, aunque todo el mundo piense que sirve de algo dejar de darlos.
También cuenta con mi oración.
Me gustaMe gusta
No falta ni sobra ni una coma, P. Antonio María, todo lo que has dicho es pura verdad y lógica, para un católico o para cualquier persona con un mínimo de conciencia.
Nos estamos dejando deshumanizar, no abrazos, no puedes entrar a un hospital a despedirte de tu familiar a punto de fallecer, aunque en algunos si lo pides és posible, però no lo hacemos ya por norma.
Nos dejamos guiar por gentes sin escrúpulos y asentimos, y como dices cuándo ya nos eutanasia a la edad q “toque” no podremos quejarnos.
Creo q muchas veces tenemos lo que nos toca.
Oración y misericordia Señor, solo eso nos salvará.
Gracias mil.
Me gustaMe gusta
No crean más lo que ven sus ojos que las promesas del Señor, que nunca fallan. Y tampoco consideren mayor la supuesta fuerza de ciertas ideas que la omnipotencia de la Gracia. Saludos
Me gustaMe gusta
Gracias por este artículo, Antonio María, que no nos quiten la libertad de Amar como siempre lo hemos hecho, que se nos note que somos cristianos, aunque todos sabemos que esto ahora tiene un precio, amar se paga con el desprecio del que te considera insolidario ( cuando no asesino) y multas (de momento).
Gracias por recordarnos que es la Misericordia Divina la que acabará con este virus, en la Oración está nuestro poder y la fortaleza para seguir evangelizando.
Me gustaMe gusta
Gracias.Rezo por usted
Me gustaMe gusta
Estoy totalmente de acuerdo con usted. La gente tenemos miedo, nos han metido el miedo y no hacemos nada…… Pediremos al Señor por nuestros “politicos”. Un saludo padre y que Dios lo bendiga!!🙏🙏🙏
Me gustaMe gusta
Fíjese padre, que no solo me parece acertado y apropiado en este momento, que hasta se me queda corto jajaja porque vivimos en una mentira edulcorada, que no sacia, ni educa, ni construye ni nada de nada. Se caerá por sí sola después de destruirnos. Lo malo no es lo de fuera, sino que desde dentro, desde la Iglesia (que somos todos), nos conformamos con el pan y circo y a tirar
Ese pasaje de “a quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna”, viene después de que unos discípulos dijeran… “qué palabras más duras” y se dieron la vuelta dando la espalda a Dios. Pues eso nos pasa, que el lenguaje de Dios se nos hace duro y… no merece la pena sufrir (ni por los abuelos, ni por nuestros padres, y ya por Dios… ni te cuento). Esto es un “sálvese quien pueda”, y si puede ser mi trasero “cristiano”, pues mejor que mejor
A mí me educó mi abuela (R.I.P) y me enseñó que el sufrimiento forma parte de la vida, y que no se puede huir de él, sino aprender a amar con él.
Soy joven (35, aunque mi madre a mi edad ya tenía 3 hijos y otros 3 que le quedarían), y veo que no nos educan a afrontar la vida con el sufrimiento, la donación, la entrega y el servicio. Siempre se me viene a la mente la madre de los Macabeos que invitaba a sus hijos a dar la vida por ser fieles a Dios, y a tantos mártires que se han animado entre ellos a entregarse hasta el extremo. Y pongo esto (que es extremo pero que existe y quien sabe si nos llegará), porque si se hace en esos casos… cuánto más no se tendría que hacer en una entrega pequeña, mínima, ínfima, al otro. Ya… ni lo cutre merecen los demás. Muy triste.
Que el Señor nos conceda ser veraces, aunque eso sea aceptar nuestras miserias, generosos en el sufrir (como pedían los santos, y el Señor siempre da la Gracia para sobrellevar la prueba) y firmes en la fe, para no apostatar por un plato de lentejas
Me gustaMe gusta