Meteos esto en la cabeza, con el Diablo no se dialoga. No hay diálogo posible, sólo la Palabra de Dios. Eva entró en diálogo, y si nosotros entramos en diálogo seremos vendidos. El desierto es también el lugar de la prueba y la tentación, donde el Tentador, aprovechando la fragilidad y las necesidades humanas, insinúa su voz engañosa, alternativa a la de Dios. El Tentador seduce.

Estas palabras tan contundentes las ha dicho esta mañana el Papa Francisco. El primer domingo de Cuaresma, medita la Iglesia las tentaciones en el desierto. Jesús fue a orar, y allí, fue tentado por el diablo. Satanás, como león rugiente ronda buscando a quien devorar. Lo hemos oído muchas veces y, últimamente me oigo a mí mismo de repetirlo una y otra vez, porque nos pensamos que va «de broma».

Te invito, en esta Cuaresma, a retirarte, no sólo para pasar más ratos con Aquél que sabemos nos ama, sino para localizar cuál es tu punto débil. Ése que utiliza Satanás para tentarte más a menudo. Lo primero que debemos hacer es LOCALIZARLO. Después, RECONOCERLO. Si no se reconoce como problema, como punto débil, no se puede combatir. Y, una vez reconocido, SIN DIÁLOGO NINGUNO CON LA TENTACIÓN, es decir, cortando tajantemente, seguir adelante en los caminos trazados en la voluntad de Dios, contigo.

De lo contrario, como ser más inteligente que nosotros, siempre nos va a vencer. No se puede contemporizar con nada parecido al «a mí no me pasará», «tampoco hay para tanto», «esto seguro que no es el demonio», porque no tiene otro objetivo que pasar desapercibido. El demonio, a menudo, busca compañía, no quiere que pequemos solos. Es bueno tenerlo en cuenta. Cuando pretende que te asocies con otro, cuando buscas que alguien te dé la razón en tu cabezonería, no suele ser buena señal. También engaña, seduce, como decía el Papa. Te promete unas cosas que luego no son ciertas, infunde miedos que luego no ocurren, porque se maneja bien metiendo miedo. Belzebú también intentará quitarte la alegría del corazón. Por sus frutos los conoceréis, cuando no te reconozcas feliz, tranquilo, en la lucha, cierto, en el combate, pero seguro de estar haciendo la voluntad de Dios, ten cuidado. Ahí, también puede haber tentación.

Por otra parte, dicen los clásicos que la tentación explicada al confesor, está ya vencida. Pedir ayuda a alguien, cuyo criterio te merezca confianza, da mucha luz, porque cuando se ve descubierto desaparece. Lo que ocurre es que no tenemos que buscar quien nos diga lo que queremos oír sino, honradamente, explicar las circunstancias, para poder encontrar, dentro de nosotros, el desierto que nos invade. Luchemos por salir de él. La Esperanza en el Padre Celestial y la confianza en sus designios nos ayudarán. La alegría del Omnipotente nos hará brillar después de cada batalla. El Amor siempre triunfa, la tiniebla teme la grandeza de este Amor. Con Fe firme, pidamos a la Virgen Madre que luche junto a nosotros en el combate contra el mal. Nunca somos tentados por encima de nuestras fuerzas.

Ánimo para orar más en esta Cuaresma, y valor en el combate. Satanás intentará evitarlo. Le interesa tu alma. ¡No le dejes dar ni un paso!

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