Querido Coronavirus:
Te escribo estas letras desde Santa María del Campo Rus. Soy el párroco de ese pueblo donde, hace casi un año, te llevaste tantas personas, sin preguntar siquiera. Pero este blog es para hablar bien de lo bueno, así que no me voy a enfadar contigo. Sólo quiero desearte Feliz cumpleaños. Me dirás que te extraña porque aún no ha llegado marzo, pero sabes que el día 4, murieron cuatro personas ya, por tu culpa, el año pasado, aunque no nos lo contaron. Así que, para estas fechas, ya estabas en España. La fiesta por tu cumple tendrá lugar el 8M. Verás grupos de quinientas mujeres, pero no te preocupes. Estarán defendiendo a la mujer, aunque seamos muchos los hombres y las mujeres que las amamos y defendemos mucho más que todas las que acudan a gritar. Es la falsedad que han creado, mientras se han suspendido todas las demás fiestas y eventos públicos, hasta los San Fermines.
Voy a explicártelo un poco mejor. Gracias a ese día, te extendiste rápidamente y muchas personas tuvieron la suerte de dejar este mundo, quizás antes de lo esperado, y poderse encontrar con Dios y con la Virgen Santísima. Por eso, voy a aprovechar para darte las gracias por algunas cosas. Así será una carta llena de positivismo, tan de moda, por estos tiempos. Gracias por llevarte a personas inmejorables que, con la ayuda de la misericordia de Dios, gozan ya de la Gloria de los santos. Ellos interceden desde allí para que dejes de hacer daño.
Querido Coronavirus, gracias a ti, he visto marcas en las caras de las chicas que trabajan en la residencia, durante todo el día, con los EPIS puestos, y me he dado cuenta del valor del trabajo escondido, del sacrificio diario y de la heroicidad que somos capaces de vivir cuando sacamos lo mejor de nosotros. Ya sabía que teníamos un equipo especial, pero gracias a ti, se ve más claro; aunque haya personas que prefieran seguir buscando inconvenientes, como ocurre siempre.
También quiero darte las gracias porque los abuelos de las residencias, este invierno, no van a coger frío. Llevan casi un año sin salir, con menos facilidades que en los penitenciarios y cárceles del Estado. Así de injustos están siendo con nuestros mayores, sin que nadie busque ninguna solución más que la fácil. Se encierran y punto. Y, por eso, no cogen frío este año, pero se les caen las lágrimas, dentro de su conformidad y sacrificio.
Querido Coronavirus, es de agradecer que todos aquellos que veían como una obligación visitar a sus padres, después de largos viajes, no tengan que hacerlo. Porque, aunque esté permitido, tranquilizan sus conciencias pensando que no vienen, «para no contagiarlos». ¡Qué mentiras más grandes, y qué poca sensibilidad mostramos, tantas veces! Es mucho mejor no venir al pueblo, que pagarse una prueba PCR, usar bien las medidas, pero venir a ver a tus seres queridos, que no morirán por tu culpa, este año. Bueno, no es mejor, es más cómodo. En esta ocasión, morirán de asco, de añoranza, de soledad. Porque se puede salir a trabajar, si es que tu trabajo se considera esencial, pero no somos capaces de viajar para ver a un ser querido. Claro, ya lo entiendo. Eso no da dinero.
Querido Coronavirus, muchas gracias por facilitar que el «gobierno comunista» pueda disimular el camino del control absoluto, del dominio y del robo con los impuesto, en medidas de salud pública. Es un descanso muy grande para todos los que prefieren pensar que todo va bien y que no nos están engañando. Simplemente, si te quejas, te llaman negacionista, y nada más. No se dan cuenta que tengo claro que existes, pero que se aprovechan de ti, también lo tengo más claro todavía. El comunismo internacional estará contigo muy satisfecho, y el español, que es algo descafeinado, no como el de Cuba y Venezuela, también. El día 8 de marzo, podrás darte cuenta. Se les ve el plumero, pero todavía disimulan.
Querido Coronavirus, también te agradecemos, desde nuestra parroquia, que estamos rezando más y mejor. ¡Qué hermosura de Consagración en cada Eucaristía!, casi todos arrodillados, con un silencio y un respeto, que impacta el alma! Sabes, aquí ya hemos puesto a Jesucristo, por encima del miedo. Aquí sabemos que hay otra vida, y no nos da miedo hablar de la muerte, del juicio de Dios y del Amor que nos tiene.
Para las gentes de este pueblo que lo desean, comulgar, es algo sagrado, especial. Es un regalo inestimable que, en buena parte, te debemos a ti. Cuando las iglesias estaban cerradas, empezamos a venir a visitarte, porque se podía, igual que se podía ir a trabajar. Fruto de esas visitas nació una comunidad parroquial que viene a Misa cada día. Un buen número de personas, se acerca a Dios, a diario, desde que tú pasaste por mi pueblo. Por eso, principalmente, quería darte las gracias.
Siento despedirme ya. Da recuerdos en el laboratorio donde naciste, y nosotros pediremos perdón a Dios, por los que te utilizan para enriquecerse y dominar el mundo. Diles que nos hemos dado cuenta, pero que no por eso, vamos a perder ni la alegría, ni la esperanza. Y mucho menos, la fe y el amor. Voy a compartir esta carta, con tu permiso, con todos aquellos a los que les hará bien, ya sé que tú no puedes leer, pero no me das pena por eso. Que celebres tu cumpleaños de maravilla, y hasta que nos veamos, para lo cual, no tengo prisa ninguna.
P. Antonio María Domenech, cura rural.
A mí la pandemia me ha acercado más a Dios.Sigo escuchando misa diaria y rezo el Rosario todos los días.Eso sí a través de internet porque estoy confinada en el campo
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Muchas gracias Antonio María, esta carta es muy importante para nosotros, porque pensamos como tú en todo lo q dices.
Gracias y la comparto en mis redes.
Un abrazo, sin mascararilla
Marta Poquet Mora
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Un abrazo para toda la familia
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