El pasado día 25 de junio, tuvimos en Pinarejo y en Santa María del Campo Rus, la Visita Pastoral del Señor Obispo, Don José María Yanguas Sanz. Para las pequeñas comunidades cristianas fue un regalo que pudiera venir a visitarnos uno de los Sucesores de los Apóstoles. Para las gentes sencillas, poder compartir con su obispo una jornada, constituye un regalo, podríamos decir como lo es, sobrenatural. No en vano el Señor decía: “Te doy gracias, Padre, Señor de Cielo y Tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla”. Quizás mejor que muchos entienden la pertenencia a la Iglesia, como parte del Cuerpo Místico de Cristo, más allá de sus gustos personales, y como fruto de la Fe de nuestros padres.

                El Señor Obispo resaltó las tres advertencias de Jesús, que se leyeron en el Evangelio del Domingo XII del Tiempo Ordinario, rechazando todo tipo de hipocresía, que oculta bajo la bondad, la malicia de un corazón endurecido. Advertencia frente a la tentación de la preocupación por disimular, por aparentar, por ocultar el pecado. Es mejor reconocernos pecadores, que engañarnos ocultándonos el pecado: “yo no hago mal a nadie, no tengo pecado”. La homilía siguió, pero quisiera destacar que nuestra pertenencia a la Iglesia se realiza en el seno de una comunidad cristiana, y bajo una autoridad legítima. No podemos pensarnos con el derecho de una especie de “autodisciplina” fundada en los gustos personales, sino que somos uno, o debemos serlo con el Cuerpo, que es la Iglesia.

                Por ese motivo, la Eucaristía, además de ser el centro del día, en el caso de la Visita Pastoral, debe ser el centro de cualquier día y de toda nuestra vida cristiana. También participaron de una agradable conversación con él, algunas personas del grupo de oración “A Jesús por María”, recién fundado en el pueblo; se rezaron las Letanías de la Divina Misericordia, el Coro Parroquial acompañó con sus cantos al Corazón de Jesús la celebración. Es decir, gestos que indican que no solamente cumplimos con asistir, sino que deberíamos pensar en IMPLICARNOS. La tarea de los laicos, aquellos que no son sacerdotes o religiosos, va mucho más allá que le mera asistencia a Misa, nos dijo Don José María en Pinarejo. Es verdad que es una comunidad pequeña, pero que sentirnos “Parroquia”, “Comunidad Cristiana”, debe ayudar a vivir el Mandamiento Nuevo del Señor: “Amaos unos a otros como Yo os he amado.

                En ocasiones, se nos puede olvidar, detrás de proyectos pastorales o actividades juveniles, aquello que dijimos al llegar al pueblo, hace ya once años: “Parroquia somos todos”. No sé cómo está funcionando en los últimos tiempos, después de la pandemia, tu colaboración en tu Parroquia, y no me estoy refiriendo a tu ayuda económica. La unidad a Cristo con el párroco, con el Obispo y con el Papa, es el fundamento de esa Iglesia “Una, Santa, Católica y Apostólica” que el Señor fundó, aquella por la que recibimos los Sacramentos que brotaron con el agua y la sangre del costado abierto del Salvador.

                Sigo con la visita, porque se lo merece la circunstancia. Cantamos y rezamos con los residentes de la Residencia María Perona, en Santa María. Estuvieron tan contentos del saludo, del espacio de tiempo pasado con ellos, empezando a celebrar el veinticinco aniversario de la fundación, que culminará, Dios mediante, el 2 de septiembre, con el rezo de la Novena y la celebración de la Santa Misa, en la Ermita de la Virgen del Amparo.

                Se me quedó en el tintero el saludo de los niños de catequesis, alegres y cercanos, las fotos en la puerta de las dos parroquias, que les adjunto, los consejos al párroco en la fraternal comida, que nos regaló Julián, el cocinero mejor del mundo en paellas, y un ambiente de paz y armonía, compartido por unos y por otros, en lo que fue la última Visita Pastoral del Arciprestazgo de San Clemente, en la diócesis de Cuenca. Dios sea bendito y a Él le damos gracias por una jornada tan agradable.

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