Hace no más de cincuenta años, tal día como hoy, se desmontaba el Belén. Terminaba el tiempo de Navidad, celebrando el último misterio de la infancia de Jesús: La Presentación del Niño Jesús en el Templo y la Purificación de su Santísima Madre. También un día como hoy el anciano Simeón recitaba las hermosas palabras del cántico bíblico: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a tu Salvador. Esta oración la rezamos todas las noches sacerdotes, frailes y religiosas antes de ir a descansar en lo que se llama «Completas».
El Espíritu Santo le había dicho que vería al Salvador y él, que lo había creído, por esperar ese día, lo reconoció enseguida. Muchas veces no reconocemos las manifestaciones de Dios, o porque no tenemos Fe suficiente o porque no queremos esperar. También otro sacerdote del Templo dio testimonio…