Querida mamá:

                Antes de comenzar estas letras, quisiera pedirte perdón por haber tardado tanto en escribirte. No ha sido un año fácil. En realidad, sabes que aún no lo está siendo, pero vamos por partes. Quiero aprovechar el día de tu cumpleaños para felicitarte, y enviarte estas letras que te desean una muy FELIZ NAVIDAD.

                Empezamos el año con una visita a Garabandal, con los Padres de la Sociedad Misionera, y con una familia que, por fin, un mes después vio liberada a su hija, como en los tiempos del Evangelio. Sí, a la gente le sigue costando creer que hay posesiones diabólicas, y que el Señor sigue sanando, como entonces. No fue un proceso muy largo, para lo que se acostumbra, pero sí que fue doloroso, aunque ver la voluntad de Dios en cada acontecimiento, creo que resultó el fruto más necesario en todos los que estuvimos cerca. Y otra cosa, la fuerza de la oración en comunión: Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos. La Virgen Santísima, y una visita al Cerro de los Ángeles, fueron definitivas en todo el conjunto.

                En el Desierto de las Palmas, pudimos hacer otro Seminario de Vida, para gloria de Dios y, enseguida, llegó el confinamiento. ¿Cómo te explico lo que es eso, mamá? Como dicen los niños, te diré que hay un bicho muy malo por el mundo, y la gente se ha tenido que meter en sus casas, porque se contagia mucho. Bueno, supongo que te haces a la idea. El quince de marzo, era domingo, todavía pude celebrar las Misas en los pueblos, pero a las dos de la tarde, el presidente del Gobierno comparecía para explicar que no podríamos salir de casa hasta nuevo aviso, a menos que nuestro trabajo correspondiera a actividades esenciales.

                Al acabar el mes de marzo, en el pueblo, ya se nos habían muerto ocho personas, sin contar las que murieron en la residencia de ancianos, que ya habían venido algo enfermos desde otros lugares. La situación era dramática porque no se podía celebrar el funeral y muchos, ni pudieron ir al entierro. Nunca olvidaré esos entierros. Hay días que aún se me hacen presentes. Además, por las tardes retransmitía la Misa por el canal Youtube, esos vídeos que pongo en internet, que alguna vez ya te he contado, y los familiares seguían la celebración a través del teléfono móvil o la televisión, llenos de emoción y agradecimiento, dentro de su dolor. Fue una experiencia sacerdotal indescriptible, hablarles a través de las cámaras.

                Aquí, en el pueblo, la enfermedad y la muerte se alargaron hasta el quince de abril, día del último entierro a causa del virus, pero el encierro y el pesar siguieron. Incluso, puedo decirte que, quizás, cuando leas estas letras, seguimos con dolor grande y encerrados, otra vez. Dile a Jesús, en algún momento que puedas, que mucha gente está perdiendo sus trabajos, que nos están apartando paulatinamente de los sacramentos, y que la situación es dolorosa y muy difícil. Seguro que, como hacía cuando vivías entre nosotros, te escucha y no nos deja de su mano.

                Pero no quiero hablarte más del virus, porque todo el mundo habla de lo mismo, casi continuamente. El verano, fue un regalo de Dios, por el Seminario de Vida en el Espíritu que tuvimos en Santa María, con gran fervor de todos los participantes, fruto que todavía permanece, sobre todo, en torno a la Eucaristía. Debo decirte que en los Seminarios se puede ver cómo aumenta también el amor a la Virgen, y aquí se nota en el trato con Ella, sin embargo, es muy difícil que le amemos más, porque en el pueblo, ya sabes que la queremos mucho. Podrías decírselo también que, aunque ya lo sabe, seguro que le gusta oírlo, como a todas las madres. También recuerdo con emoción los días pasados con la familia en el Valle de Arán, ¡cómo crecen los sobrinos!, y papá también se hace mayor. Convivencia, conversación, excursiones, la Misa en la Parroquia de Salardú, en fin, como nos habéis dicho tantas veces: “¡Cuántas gracias tenemos que dar a Dios por todo!”.

                Jesús se ha mostrado muy bueno conmigo todo el año, por muchas cosas que trataré de explicarte cuando nos veamos. Aquí se haría largo, y no sé si podría expresarte hasta qué punto han aumentado el amor de mi corazón al suyo, y hacia los demás. Es muy difícil de comprender si no me ves mientras lo cuento. Además, como ya sabes que cada vez se escribe menos, últimamente me cuesta más hacerme entender por escrito. En cambio, recibo muchos mensajes hermosos de personas que les ayuda el apostolado de los vídeos y los artículos. Dios sea bendito. En Radio María me quedé solamente con un programa al mes, porque me obligaba a dejar otras tareas, sobre todo de dirección espiritual, y tuve que disminuir, justamente por Navidad del año pasado.

                Y hablando de lo más importante, ¡FELIZ NAVIDAD, MAMÁ! Supongo que allí en el Cielo lo celebraréis de maravilla. Parece que, este año, las navidades serán algo diferentes. Pido al niño Jesús que nos dejen vivirlo en la Parroquia, así como experimentar internamente lo que supone este misterio tan grande de nuestra Fe. Más allá de comidas, reuniones, regalos y demás celebraciones, tengo mucha esperanza en esta Navidad de 2020. Rezo a Dios por los que han perdido un ser querido o más, en este año; también por los que están enfermos, pero me parece que, si abrimos el corazón como la Virgen María, en un HÁGASE EN MÍ permanente, viviremos estos días como la Semana Santa pasada. Cada uno, en la medida de sus posibilidades, pero muy cerca de los sentimientos del Corazón de Jesús, al que le pedimos “tener los mismos entre nosotros”, como dice el Evangelio.

                Te pido, para despedirme, que des recuerdos a Loles Alba, a Mercedes Morer, y tantas personas buenas que han pasado por nuestras vidas, en la infancia y juventud, y en estos pueblos de Cuenca, donde se te quiere, y se te encomienda desde que llegué.

                Hasta la próxima ocasión que tengamos de hablar. No te olvida en ningún momento,

                TU HIJO SACERDOTE: P. Antonio María Domenech

¡FELIZ NAVIDAD, MAMÁ!, ¡Feliz cumpleaños, mamá!

Únete a la conversación

6 comentarios

  1. Gracias padre Antonio María,

    También la celebrará con mi padre. Seguro.

    Muy bonita la carta.

    Un saludo y un abrazo muy fuerte.

    Susana Silva Castignani

    Me gusta

    1. Ay, Susana, qué alegría que me escribas. Rezo por ti, y por toda la familia, que no te creas que es poco rezar. Un fuerte abrazo+

      Me gusta

  2. Hola Padre, le sigo desde el confinamiento atendiendo sus misas y homilías online. Usted nos acerca a mi y a mi familia mas a Dios y le estoy agradecido por ello. No le escribo cartas a mi madre como usted hace con la suya, pero le pido que interceda desde el cielo por nosotros. Le envío un saludo desde Barcelona. César

    Me gusta

    1. Bonitas palabras. Un fuerte abrazo, la verdad nos hace libres. Y si no hay Fe, todo es mentira. A ellas les pedimos intercedan por nosotros

      Me gusta

Dejar un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.