No quisiera alargarme pero quiero decir nueve palabras. Las tres primera englobadas en el recuerdo. Poco a poco veréis que, aunque ahora esté presente la enfermedad y los últimos momentos, sin daros cuenta se va abriendo el corazón, quizás por la naturaleza humana, o porque uno deja pasar por la memoria toda la vida, y os va trayendo recuerdos de infancia, estampas de juventud, junto a vuestra Madre.

La segunda palabra es Acción de gracias, que es lo que significa Eucaristía, porque bien podéis dar gracias al Cielo de la Madre que habéis tenido.

Y la tercera, que seáis capaces del hablar con ella en oración. De pedirle cosas, como hacemos con la Virgen del Amparo. Que en cualquier momento, os vuele el pensamiento a ella, y como hacíais aquí, le pidáis lo que necesitéis. Mamá, esto, mamá, lo otro. Ya veréis como esa oración agranda vuestra Fe y vuestra Esperanza.

Después, podemos recordar a una persona por todas las virtudes en las que podemos imitarla. Cada uno se quedará con las que mejor se amolde, pero para mí, de Julia se quedan con nosotros su Fe vivida, desde la infancia, una Fe que le salía por los poros, independientemente de la situación y el momento.

También la Alegría. Dice San Francisco de Sales que «un santo triste es un triste santo», y de Julia sabemos todos que estaba siempre alegre, que en cualquier cosa ponía su ilusión entera. Daba igual que fuera cantando que charlando.

Y vosotras, Gema y Sole, estaréis de acuerdo conmigo que la tercera debe ser la Fortaleza. No sólo en la enfermedad, sino siempre, y especialmente en cómo cuidó a papá. ¡Qué temple, qué sacrificio, qué Fortaleza!

En tercer lugar le hago al Nazareno, hoy, tres peticiones. Que, como digo siempre y a todos, cuando han faltado los dos padres, estéis siempre unidas. Ahora, los motivos de encontraros ya dependen de vosotras. Ahora ya no nos veremos alrededor de mamá.

También pedimos porque el Señor tenga Misericordia de ella, y le haya concedido darse ya un abrazo eterno con papá. Que su alma, que para esto celebramos la Santa Misa, por los méritos del Señor en la Cruz, goce de la presencia del Padre Eterno.

La tercera, y ya termino, por su nieta. Porque los que peinamos canas, sobre todo Sole, y no me refiero a las suyas, sino a las de tantas personas mayores, quien más quien menos, todos hemos vivido. Pero su nieta Julia, tiene la vida por delante y no sé qué mundo le estamos dejando. Que su abuela la proteja desde el Cielo. Que así sea.

Descanse en paz, Julia, la peluquera, Una mujer fuera de su tiempo, muy querida por todos.

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